21 de abril de 2013

Sin título (segundo)

Mis días, los que me quedan
los que aun no se queman
en esta hoguera de transiciones
quisiera recorrerlos soñando.

Mis sueños, los que se trazan
en mi lienzo de creación
quisiera pintarlos con ideas nuevas
nacidas en la naturaleza viva.

Y es que cuesta a veces
ser creador y dueño
de esta carne y estos huesos
que te gritan que te mueres.

Pensando.
Estancado.
En silencio refugiado
en los estigmas.

Es duro ser vivo
cuando vivir es un abstracto
tan parcial y tan establecido
como el ritmo de una arteria.

Es triste cuando la decisión
ya fue tomada por otro.
Y tu deber es escoger
el momento en que la tomarás.

Quisiera germinar desde los sueños
ilimitados, incautos, desquiciados.
Deformarme con una intención
sin derrumbarme en el intento.

Cómo no llorar tanta existencia
predecible,
estereotipada,
insípida, inhumana.

Cómo ser feliz si los sueños
solo se viven al dormir
y todo camino que se te enseña
te lleva al mismo final.

Cómo no llorar esta felicidad
envasada, diseccionada
y expuesta en su grado mínimo
para el consumo de todos.

Si la belleza ya no existe
mas que en el pensamiento.

Quisiera morir estos años
en mi lecho de sueños.
Amar en un trance primitivo.
Alcanzar el clímax de los cuerpos.
Explotar en el interior de una mujer.
Estirarme para abarcar tanta dicha.
Y por fin, abrazar la libertad.

Sin despertar en el intento.

Ilustración de Gaston Viñas

8 de abril de 2013

Substancia

Somos la hierba de la tierra
que germina en la casualidad
crece con la duda
resiste los embates del clima
y florece antes de secarse.

Que bella es la palabra
como el pétalo de un lirio
suave y delicada
se exhibe desde el capullo
del pensamiento.

Amar el tiempo prestado
el suspiro que nos toca
para reír, amar y sentir.
Para edificar momentos nuevos
que se siembren en la médula
de la vida.

Felicidad es un instante
un sol en las tinieblas del dolor.
Quien conoce aquella luz
no la olvida jamás
ni la confunde con la luna.

Seamos justos pues
con esta tierra que nos da vida.
Que una lagrima riegue la raíz
y haga fuerte contra el viento
el tallo de nuestra templanza.

Y llenemos de verdes pastizales,
floreados desiertos grises
la soledad que no perdona.
Hasta que el tiempo nos seque
seamos substancia divina.